viernes, 27 de junio de 2008

A Solas...




Conversaciones durante años, miradas tímidas, secretos confesados sin pudor, sin miedos, sueños y esperanzas escritas, miles de deseos comunes, miles de sonrisas…
Llego el día, así sin más. Nos vimos como tantas otras veces lo hicimos, pero ese día, seria especial…distinto al resto.
Había un brillo que radiaba todo lo que miraban sus ojos, supongo que ese brillo se alió con el que desprendían los míos, porque ambos ardían.
Apenas articulábamos palabras, simplemente…miradas.

Me enrede en sus ojos y me perdí en sus labios.
Manos temblorosas, rodeaban mi cintura…
En el umbral de casa, estallo toda la pasión contenida durante la noche,
durante años…más bien.
Cerré la puerta tras de mi, y lo agarre con fuerza por la cintura
atrayendo su cuerpo hacia mi.
Su boca entreabierta, la mía temblorosa, ambas se buscaron,
ambas se encontraron en un sinfín de sensaciones.
Besaba su cuello mientras mis manos tiraban fuertemente de su camisa,
haciendo volar los botones.
Mis dedos se mezclaban con su pelo, agarrando y apretando su melena entre ellos.
Me sentía totalmente presa en sus brazos, pero aun así,
conseguí arrancarle la camisa y lanzarla junto a los botones esparcidos anteriormente.
Sus manos cubrían todo mi pecho, un pecho excitado por el deseo, ardiente…
Retire mi blusa suavemente de mi piel y tome de nuevo sus manos,
para posarlas en mis pechos deseosos de su roce, sus manos...
abarcaban todo mi pecho.
Lanzó sus brazos por entre mis mulos alzándome con gran facilidad,
casi sin esfuerzo hasta su pecho, volvió a besarme,
no paraba de hacerlo, pero esta vez su lengua recorría todo mi cuello,
bajando hasta mis pezones, duros como rocas, deseosos de ser salivados.
Mis manos acariciaban su torso, su espalda…busque apresuradamente su cremallera,
quería desposeerlo de todo lo que cubriese su piel, mis manos, mi boca y mi propio cuerpo, cubrirían el suyo, dos cuerpos desnudos, dos cuerpos ardiendo al unísono, dos corazones deseosos de una pasión contenida, un deseo mas allá del carnal.
Mis labios eran insaciables, mi piel se erizaba al contacto de la suya...
quería devorarlo entero.
Apreté mis muslos contra su cintura, rodeando todo su contorno,
sintiendo su miembro erguido, excitado, mi sangre fluía aun mas deprisa,
mi pulso se volvió inconstante, mi garganta solo pronunciaba gemidos.
Abrazados fuimos avanzando hacia la cama, me tiro con fuerza sobre ella
con un deseo mordaz, mordisqueo todo mi vientre, mis pechos, mis muslos…
Solo deseaba que entrase en mí, y al mismo tiempo deseaba que no lo hiciera nunca,
que aquello no acabase jamás.
Sentir su respiración, su voz, su latir dentro de mi, fue lo mas excitante.
Una lucha constante, una contención del final.
Ardía en deseos de el, necesitaba oír su voz.
Sentir como gemía en mi oído, me hizo humedecer hasta el punto de excitarlo aun más.
Era puro fuego, ardiente, apasionado y yo, me fundí en el, con el, sobre el…
Caímos rendidos uno frente al otro, sin mediar palabra,
solo nuestras miradas y nuestros besos, continuaron incansables.

Nuestros cuerpos sudorosos, se templaban...

Hubo horas de caricias, de abrazos, de miradas tan profundas que volvían a hacernos estremecer, mis manos eran incansables, mi cuerpo latía, vibraba… ambos queríamos mas, mucho mas, demasiado deseo contenido, demasiado tiempo deseando este encuentro.
Creo que perdimos la consciencia…
Amanecía cuando abrí levemente los ojos, note un suave susurro en mi oído que me decía…Buenos días mi cielo, el desayuno esta servido.
Me gire y allí estaba, café, tostadas, zumo de naranja natural y una rosa recién cortada de mi jardín, en un vaso de cristal.
Le mire, el no dejo de hacerlo desde que fui consciente de que estaba allí.
Sus ojos miraban fijamente los míos, acerque mis labios a los suyos, cerré mis ojos y lentamente fui acercándome a ellos, unos labios suaves y carnosos, mi boca, se entreabría a la vez que se aproximaba a la suya.
Le bese dulcemente mientras mis dedos se enredaban en su melena.
Salte sobre el, colocando mi pecho a la altura del suyo.
Era aun más hermoso desde ese ángulo.
Mi pelo caía en su cara, tapando el resto de la habitación,
como un velo que cubre lo que no ha de verse.
Volvimos a fundirnos en un suave y cálido beso,
mientras sus manos dulcemente acariciaban mi espalda
llegando hasta mi trasero, agarrándolo fuertemente, casi pellizcándolo con ansia.
Me vuelves loca, me hipnotizas, me nublas la razón.
Tu cuerpo…tu boca…tu piel…es la inspiración a mi deseo.
Tu mirada me transporta...
tu sonrisa… mi cuadro mas admirado.




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